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derrapadas mentales y demás historias

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Mensaje  igOr Miér Abr 29, 2009 1:18 pm

Recupero, antes que sea demasiado tarde, unos articulillos que en su día colgué en la portada de Mondofriki.com.
Nadie está obligado a leerlo, ojo. Es una cuestión de nostalgia forera.


GRANDES BIOGRAFIAS: NORBERTO C.

Norberto C. nació en el seno de una familia acomodada, esto es que mientras su madre daba a luz, el padre (que era manco) estaba acomodado fuera en el pasillo con la mano en los huevos y mirando el culo de las enfermeras, el abuelo a su lado intentaba con poca fortuna vaciar el contenido de su bolsa de meaos dentro de un paragüero, un poco más lejos el hermano mayor estaba espatarrado junto la máquina de los cafés contando las pocas monedas que había encontrado debajo y la hermana dormitaba sobre una camilla despues de haber echado previamente al pobre anciano que estaba encima y que esperaba un trasplante de córnea. La abuela estaba en casa porque su obesidad mórbida le impedía moverse con soltura. O sea, todos acomodados de cojones.

Seguramente la mala sombra de Norberto ya empezó antes de nacer, cuando los padres estaban empeñados e ilusionados en tener una niña y cuando vieron que era niño lo pagaron con él. Bueno, en el parto nadie sabía exactamente el sexo del niño, porque la madre de tanto esfuerzo se cagó y pringó todo de excrementos. Pero eso no fue todo, despues cuando estaba ya con medio cuerpo fuera ocurrió algo tremendo: a la pobre mujer se le reventaron los tres forúnculos de manera consecutiva, pim, pam, pum!! diversos chorretones de sangre y mierda salpicaron a todo el que se encontraba en un radio de cinco metros. Encima, el pobre chaval se volvió p’adentro de forma involuntaria a lo que el médico metió la mano, lo agarró por el pescuezo y tiró hacia fuera, provocando cierto revuelo en quirófano y no pocos aullidos por parte de la pobre madre. Por si fuera poco, el médico descubrió que le faltaba el reloj, y en lugar de pensar que se quedó dentro del útero (como así fue) se pensó que había sido Norberto que se lo había birlao. Lo pilló por banda y lo acorraló en una esquina amenazándole para que le devolviera el “Longines”. Norberto gritó que él no había sido, y gracias a esta reacción imprevista descubrieron que se trataba de un niño (no se sabe si por la voz o porque vieron que llevaba puestos los huevos por corbata). En ese momento la madre se tiró un cuesco y el puto reloj del médico salió disparado rebotando en el marco de la puerta y yendo a parar fuera justo encima del abuelo (que se había quedado sobao con la bolsa a medio vaciar encima de sus rodillas). El viejo despertó y viendo el Longines delante de sus napias optó por esconderlo. El médico, con un cabreo de tres pares los echó a todos a patadas, pero el padre, que a pesar de estar mutilado de una mano era un tipo de lo más vengativo, lo esperó en la calle y cuando se disponía a entrar en su coche le pegó una paliza ayudándose de un puño americano por un lado y del muñón por el otro. Tambien le chorizó el radiocasete y las llantas. Mientras, la madre tuvo que arrastrarse sola hacia su casa con el crío a cuestas, antes se detuvo en una farmacia para comprar varias cajas de Hemoal y espadadrapos. Se fijó en que el crío llevaba el cordón umbilical colgando de una oreja y disimuladamente lo depositó en la urna de la lucha contra el cáncer. El abuelo había desaparecido, el muy cabrón, en dirección al rastro para vender el reloj y sacarse una pasta para poder irse de putas.

Norberto C. tenía un abuelo peculiar. Presumía de haber estado en el frente del Ebro, pero realmente no pegó un solo tiro. Estuvo agazapado varios meses detrás de unos matorrales hasta que acabó la guerra y lo recogieron un grupo de excursionistas, lo que le provocó una atrofia en las rodillas que le hacía caminar como si le hubieran extirpado las rótulas y llevara los huevos grapaos. Al viejo le encantaba hacerle putadas a las putas (valga la redundancia). Para ello se hacía pasar por minusválido y pillaba a la que tenía el culo más gordo. Despues en la habitación le hacía mantener el equilibrio sobre la silla de ruedas con la excusa de poder chingar, hasta que inevitablemente se pegaba un hostiazo de cojones, y entonces, claro está, la señora puta lo mandaba al carajo y que follara con su puta madre. El viejo ni se corría ni nada, de hecho con esa minga ridícula y arrugada no mantenía una erección por más que se metiera el sonotone por la punta de la polla, pero lo que se reía y lo bien que se lo pasaba el muy granuja era algo bárbaro. Y si por un casual la chica era ágil y lograba no caerse, el muy mamón quitaba el freno de mano, la silla se desplazaba contra el bidet y entonces el porrazo era todavía peor.

La madre era una buena mujer, hacía años que trabajaba veinte horas diarias para alimentar a la familia, padre incluído, o mejor dicho el señor manco que vivía en casa, que era un exlegionario alcóholico y pendenciero que lo poco que cobraba se lo gastaba para él. Norberto no llegó a conocer personalmente a su padre auténtico (el que pringó de semen a su madre para entendernos), pero se ve que era todo un caballero entre otras cosas por los galones de alférez de fragata que decoraban sus hombreras (poco antes de quitarse la ropa, claro). Por lo visto durante el polvo los galones permanecieron encima de un taburete. Cada 16 de julio en esa casa el padre celebraba el Alzamiento. La mujer tambien, pero el otro, porque fue la última vez que pegó un polvo en condiciones. El poco dinero que traía a casa provenía de las cuatro mamadas que practicaba en la puerta de un asilo. Desde que descubrió que quitándose la dentadura se corrían antes y les gustaba más, la señora no daba abasto y empezó a ganar más dinero.

Norberto C. tenía dos hermanos que eran un auténtico cúmulo de desgracias. El mayor cogió las paperas a los nueve años y ya no las dejó hasta los treinta y cinco, cuando murió manipulando una trampa de cazar ratones. Se ve que entre el muelle, el pedazo de queso, etc. se hizo la picha un lío y quedó atrapado toda la noche, hasta que fue encontrado ya cadáver. Nunca mantuvo relaciones sexuales ni se tocaba ni nada, en parte debido a su fimosis galopante. Un dia alarmado por la abultada forma del pijo, se descapulló a lo bestia y tuvieron que abrir las ventanas para ventilar la casa. La hermana tambien tuvo mala suerte: quedó embarazada a los catorce años, cuando al entrar en los lavabos de la escuela resbaló y cayó de culo sobre un charco de lefa que varios compañeros habían depositado por el suelo en plena competición pajillera. Le dijeron que había una posibilidad entre un millón para quedarse embarazada de ese modo, que no se preocuparan, pero efectivamente así fue. La familia decidió que lo mejor era abortar, pero al estar ya de seis meses (qué rápido pasa el tiempo, manda cojones) era imposible practicárselo en ningún sitio. Despues de mucho meditar encontraron la solución.

Norberto C. tenía una abuela que era un tonel de grasa, pesaba 140 kilos dentadura y suquillo aparte, llevaba casi cuarenta años postrada en la cama (con las mismas sábanas y las mismas bragas de esparto) y sólo se levantaba (diarreas aparte) los domingos para ver la santa misa por la tele, se levantaba, se ponía delante de la televisión, se cagaba en la puta madre del cura, hacía un corte de mangas y se volvía a la cama (era atea la mujer). De su inmensa narizota le crecían varias verrugas como garbanzos, de las cuales emergían unos siniestros pelos que le producían cosquillas al ser largos y rozarle continuamente la barbilla y los hombros. Antes incluso le llegaron a producir orgasmos. De sus extremidades inferiores aparecían unas desproporcionadas, amarillentas y curvadas uñas, que le daban varias vueltas a la planta de los pies. Tenía un ojo de cristal, pero los nietos siempre se lo quitaban y utilizaban el hueco para esconder el perico. Una vez escondieron al gato, los cabrones. De noche padecía sonambulismo, pero como la ataban para dormir y no se podía levantar le instalaron una cinta como en los gimnasios y se hacía la ilusión que se paseaba por toda la casa. La vieja mujer trabajó de joven en un matadero y accedió con su experiencia a practicar el aborto de su nieta. Se puso manos a la obra, y a pesar de su visión prácticamente nula y su parkinson avanzado logró sacar adelante la empresa de manera bastante profesional. Vale que despues la hermana de Norberto C. tuvo varias hemorragias y estuvo desangrándose un par de semanas hasta que murió, pero eso entraba en lo previsible. Por cierto, nadie encontró el feto por ninguna parte, y se sospecha que la vieja se lo zampó en un descuido, normal si tenemos en cuenta que arrastraba un hambre de pelotas. A veces las lonchas de jamón york y los tranchetes que le pasaban por debajo de la puerta no eran suficientes para saciar la gula y aprovechaba que en algún descuido entrara por la ventana alguna paloma o algún búho para echarle el guante. Estuvieron hurgando en su orinal varios dias para ver si encontraban algún indicio del feto pero acabaron desistiendo.

Norberto C. tuvo pocos amigos y jugaba con unos perros callejeros que pululaban por el barrio, lo pasaba muy bien con ellos hasta que su madre le prohibió que los subiera a casa porque la estaba llenando de pulgas. Las pulgas no tenían narices de entrar en la habitación de la abuela, ya que aquello era territorio de ácaros y cucarachas. Fue una época gloriosa, con auténticas batallas campales en el pasillo donde cada bicho marcaba el territorio. De las mierdas de perro la madre no decía nada porque le daban colorido a la sopa, y se ahorraban una pasta en Avecrem. Norberto C. como podemos adivinar arrastraba toda una infancia llena de traumas provocada por una familia que era un auténtico atentado a la dignidad humana. A la muerte de su abuela y su complicada autopsia realizada por varios veterinarios le siguió la desgracia del abuelo putero. El hombre estando parado en la calle fue recogido por los servicios municipales de recogida de trastos viejos. Nadie se preocupó de ir a buscarlo ni nada, ahorrándose, eso si, una pasta en funerales y hostias. La esquela en el periódico era de tarifa algo elevada para ellos y la publicaron en el Nuevo Vale, por lo que no se enteró ni dios. En el colegio se relacionaba poco, pero no por nada, simplemente acercarse a él daba mala suerte. Descubrimos que era gafe un día que estando en el bar mirando un partido de básket dejaron de meter canastas en el preciso instante que entró por la puerta. Cuando se puso a ver los partidos desde el principio y todos terminaban empatados a cero vimos que algo raro pasaba y empezamos a mirarlo de reojo.

Norberto C. hizo la mili en Melilla. Tuvo mala pata porque era el primer año que la mili había dejado de ser obligatoria. Total, que hizo la mili solo. No se libró de chupar guardias como un loco, y sus correspondientes imaginarias de toda la puta noche en la garita, porque no había nadie más para sustituirle. El pobre lo pasó mal, en una ciudad que no conocía, en contacto diario con armas que no sabía ni por donde agarrar y encima siendo víctima de toda clase de novatadas. Novatadas y putadas que sufrió mientras estuvo los dos años (un año, más otro de arresto forzoso). Dos dias antes de licenciarse intentó el suicidio pegándose un tiro en la boca, pero le temblaba tanto el pulso que lo único que consiguió fue volarse los huevos.

Norberto C. encontró curro de vigilante en una obra. Y estuvo un tiempo vigilando que los que venían a chorizar material no fueran descubiertos por la policía. Creo que no terminó de entender exactamente la finalidad de su trabajo. El chaval ahorró un dinero y decidió irse de viaje. Escogió Kenia, con tan mala suerte que pilló disentería, fiebres y además varios gusanos le incubaron en uno de los sobacos. Y eso que faltaba una semana para partir. Lo pilló en la misma agencia ojeando el folleto. Por lo visto Norberto C. se fijaba mucho en las fotos.

Un dia Norberto C. acabó en el hospital. Tenía las dos piernas rotas, innumerables contusiones y llevaba vendas hasta en las pestañas. Y todo por un puto resfriado. Bueno, el resfriado y su correspondiente e inevitable dosis de mala suerte. Iba a por kleenex en el Mercadona de enfrente su casa y fue arrollado por un autobús que no respetó una señal de animales sueltos. El impacto fue terrible. Norberto C. atravesó el parabrisas delantero, se llevó por delante varios asientos con sus ocupantes despues de dejar varios dientes empotrados en uno de los barrotes, para terminar incrustado en las tetas de una gitana que dormía plácidamente en los asientos del fondo. A pesar del susto y todo, el conductor le reclamó el importe del billete, pero Norberto C. no podía pagar porque su cartera se perdió entre las enormes domingas de la gitana, por lo que lo inmovilizaron (todavía más, que no era poco) en el suelo hasta que llegó el revisor y le pegó un rapapolvo de tres pares por no llevar billete. Poco despues llegó la ambulancia, y tras sufrir varios pinchazos lo llevaron al hospital, donde se encuentra internado. Lleva varias semanas y para colmo ahora han agotado las reservas de oxígeno. No suele ocurrir que el oxígeno se acabe, todos van como locos buscando. Norberto C. nos empieza a dar lástima. Un enfermero ha ido a una tienda cercana de pesca submarina para ver si encontraba alguna bombona, pero se ha confundido y en su lugar ha subido un traje de neopreno y unos patos. El traje de neopreno no porque le va grande, pero los patos se los han puesto para que se haga la ilusión que está pescando pulpos o algo. Pero no se le ve contento, el tio agita desesperado los brazos y emite unos gemidos guturales. Para ganar tiempo, varias enfermeras con un abanico intentan darle aire para que reaccione, pero qué coño, estan distraídas hablando de sus cosas y abanican al desgraciao de al lado, que hace varias horas que está fiambre. Si al menos estuviera su abuela para reanimarlo!!

Norberto C. está en las últimas, y la verdad, dentro de poco por fin podrá estar agradecido de su situación. Aunque, quien sabe, a lo mejor muere y nadie quiere enterrarlo. Norberto C. jamás tuvo ningún tipo de seguro.
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Mensaje  igOr Miér Abr 29, 2009 1:19 pm

TRES AMIGOS

Voy a hablaros de tres amigos muy peculiares y curiosos: el Keli (el nombre era una derivación de la palabra “calimocho”, una bebida que solía beber con bastante frecuencia), el Mano (llamado así porque siempre tenía la mano en la polla, era una máquina de hacerse pajas y no siempre se lavaba las manos después) y el Fili (de “filigrana”, porque lograba masturbarse con un par de almohadas sin tocarse la minga ni siquiera con un dedo). Los tres chavales tenían diecinueve años y en su vida habían rozado una hembra. Los pobres además de feos eran bastante patosos y con nula gracia para tratar mujeres, a duras penas habían visto desnuda a sus respectivas madres y la desesperación por practicar sexo se había convertido en su principal objetivo.

Cada uno tenía sus preferencias particulares: El Kely tenía una verdadera obsesión por olfatear un coño. Desde el dia que en casa de sus primas descubrió el cubo de las ropa sucia y le dio por husmear las bragas de la familia (se supone que las de la madre tambien) y acto seguido notar una tremenda erección que tuvo que sofocar inmediatamente con una gayola dentro del lavabo, por supuesto con un puñado de lencería sucia pegada al hocico. Ese dia el muy guarrete tomó prestada una de las braguitas y se la puso en el bolsillo para continuar sus aventuras pajeriles en casa. Las guardó en un cajón del armario durante un tiempo, hasta que su madre, alertada, tuvo que llamar a una empresa de fumigación porque se le había llenado la casa de moscas. Le dieron una buena tunda, por guarro, y desde entonces usaba otra nueva técnica para masturbarse: cogía una sardina o una merluza del frigorífico y mientras con una mano se lo iba pasando por las narices, con la otra se hacía el pajote del siglo, el cabrón.

El Mano tambien iba muy quemao, y su especialidad era la observación, análisis y catalogación del género femenino. Su madre tenía una parada de verduras en el mercadillo, y el chaval se colocaba convenientemente agazapado debajo del mostrador para verles las bragas a las clientas. Un dia estaba tan atontado (y con la boca abierta) mirando potorros, que no se dio cuenta que un enorme pastor alemán le meó encima. Pilló un cabreo de cojón de mico y no paró hasta que consiguió capar al chucho, y desde entonces guarda sus pelotillas en un bote de Nesquik lleno de formol.
El Mano se dedicaba a hacer fotos por la calle a los culos, y a veces desde la parada fotografiaba las partes íntimas de las señoras, algunas ya entradas en años, pero al chaval le daba igual. Usaba las fotos para aliviarse, pero tuvo que cambiar la cámara por una digital porque el tipo de la tienda de revelado ya lo empezaba a mirar raro. Luego colgaba las fotos en internet y entre fotos suyas y ajenas se montó un archivo del copón. Se construyó un almanaque de potorros en powerpoint de casi dos gigas que tardaba tres dias en dar la vuelta, de la de fotos que llegó a meter el muy animal.

El Fili era un auténtico freak. Decía que su nivel masturbatorio estaba por encima de la media, y se jactaba de ello. Siempre se la pelaba con ayuda de algo, o bien del sofá (introduciendo el nabo entre el respaldo y el apotabrazos por ejemplo) o se la endiñaba a un melón reblandecido por el microondas. Luego las pasaba canutas limpiando los restos de semen que quedaban esparcidos por toda la casa, pero según él valía la pena.
Un dia estaba en la cocina de su casa, sentado en la silla frente la mesa, y mientras con ambas manos sujetaba un Interviú, con las piernas bien juntas y con movimiento vaivén arriba-abajo, se la estaba pelando. El tio estaba casi a punto cuando oyó las llaves y la puerta y apareció de golpe su madre. No tuvo tiempo más que de bajar la revista para esconderla y mientras buscaba un hueco para dejarla no se percató que un enorme chorrillo de semen surcaba glorioso (haciendo una parábola) por encima de su cabeza bajo los atónitos ojos de su madre, yendo a parar sobre la bolsa de melocotones que traía del mercado la buena mujer. El notas se levantó como pudo, tropezó (por culpa de los pantalones bajados hasta las rodillas), resbaló con la mierda que le acababa de salir por la punta del pijo y aquello acabó hecho un cristo. Los melocotones, la revista, el moño de la madre y un calendario que colgaba por ahí, todo perdido de lefazos. Una catástrofe.

Un dia en plena maratón masturbatoria, en la que podían estar varias horas pelándose la banana una y otra vez, se plantearon seriamente el meterla en caliente con una mujer de verdad. Había llegado el momento en que había que estrenarse como fuese. Estuvieron varias horas sopesando la situación y vieron que la opción más sencilla era irse de putas. Cogieron el Seat Ritmo de el Fili (heredado de su padre) y se dieron una vuelta por el barrio chino preguntando precios. Los chavales no disponían de mucho dinero, ya que lo poco que pillaban se lo pulían en peliculas guarras del video-club y en el bar, y vieron que los precios eran algo elevados para sus bolsillos, con lo que fueron a la zona de las yonkis para probar suertecilla. Cerraron trato con una chavala desdentada, con los piños negros y que se tambaleaba debido a un elevado consumo de sustancias estupefacientes. Olía a meados porque se lo acababa de hacer encima sin darse cuenta, pero los tres gañanes se fueron decididos con el bicho detrás de unos matorrales. Primero se lanzó el Keli y como era de esperar le preguntó ansioso si le podía oler el potorro. La tia se tumbó en el suelo con las patas abiertas, con tan mala suerte que se soltó un cuesco descomunal y se cagó encima, mientras el pobre chaval (que no se había quitado las gafas y estaba ya casi rozando aquel apestoso coño) recibió un auténtico maremoto de mierda. Se levantó y salió corriendo. Los otros dos (que desesperados, se la estaban pelando detrás de un limonero) tambien salieron cagando hostias.

Una semana más tarde planearon follar sin pagar, y apostaron su propio honor. Tenían 24 horas para conseguir mojar la pluma y no valdría ninguna excusa. Aquella noche los tres se fueron muy gallitos a sus casas, pero en realidad no tenían ni puta idea cómo iban a conseguir engañar a alguien.

El Mano no tuvo otra ocurrencia que preguntarle a su madre si quería colaborar, pero lo único que consiguió fue que le reventaran el aspirador en la cabeza. Se le hizo un chichón enorme que tuvo que disimular aquella semana con una gorra. Fue una lástima, a fin de cuentas su madre no estaba tan mal, o eso es al menos lo que le decían sus amigos, que se la habían cascado a su salud alguna que otra vez, a pesar de aquellas gafotas culo de vaso tipo como las del señor Barragán y de aquella verruga con pelos que le afeaba, sin duda, la punta de la narizota.

El Keli decidió ir a casa de sus primas a preguntar a ver. Pensó incluso en la abuela porque con el Alzheimer seguro que no le recordaría lo mal que folla, pero tirarse a una anciana de 104 años no parece tarea fácil. Con la prima mayor (de 24 años) se cortó un poco, y era una lástima porque tenía unos melones importantes, pero acabó yendo a la habitación de la pequeña (de 8 añitos). Cuando la madre oyó los gritos lo sacaron de allí a hostias.

El Fili subió al piso de arriba donde vivía una señora soltera, la Trini. Tenía 58 años y le faltaban todos los dedos de la mano derecha. Además perdió un ojo en un accidente y del otro tenía cataratas y como no tenía mucho dinero nunca se hizo un ojo de cristal y llevaba el hueco del ojo vacío, lo que le daba un aspecto fantasmagórico. Además, cuando hacía viento siempre se le introducían hojas o papeles y no era nada agradable de ver. Una vez se le incrustó un pájaro que luego no podía salir, y ya ves a la buena mujer en la sala de espera de urgencias con aquel endiablado bichejo moviendo las alas desesperado, mientras el resto de pacientes huían despavoridos al baño a echar la papilla. La mera existencia en este mundo de la Trini era más bien una putada para los demás. Tenía tambien problemas de sobrepeso, era lo que se llama obesidad mórbida, y salía poco de casa porque no cabía en el ascensor (cosa que agradecían mucho los vecinos) y tenía que bajar por la escalera. Una vez se oyó un estruendo del copón, y pensaban que había sido una avioneta o algo que se había empotrado en el ático. Pero no, era la Trini que se cayó en el rellano de la escalera y necesitaron toda la comunidad de vecinos para levantarla. La señora se ruborizó un poco cuando el Fiti le planteó el tema, pero se la notaba ilusionada. Se pusieron al tajo y enseguida vieron que masajear los huevos con una mano sin dedos nos es una buena idea, por lo que pasaron rápidamente a la penetración. Cuando el Fiti consiguió hacerse hueco entre la grasa empezó a moverse y jadear como un loco, con los nervios había olvidado de quitarse las chirucas y todo. No tardó ni veinte segundos en correrse, el pobre. Enseguida se levantó dispuesto a vestirse cuando la Trini le hizo una pequeña apreciación: se la había metido por el ombligo el muy joputa, y ahora tenía toda la inmensa panza chorreando su apestosa lefa.

Espero algún dia poder contar el dia en que nuestros amigos lograron meter el churro. Sin duda fue todo un acontecimiento!!
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Mensaje  igOr Miér Abr 29, 2009 1:20 pm

BREVE HISTORIA DE MATEO Y CESÁREO

Me he acordado de Mateo y Cesáreo, dos hermanos siameses que compartieron grandes juergas conmigo y mis amigos hace unos cuantos años. Eran dos chicos muy simpáticos aunque algo peculiares, debido a una pequeña malformación de nacimiento: nacieron unidos por el tronco aunque mantenían dos brazos y dos piernas, o sea, que aparte de tener dos cabezas, el abdomen era el doble de lo normal ya que albergaba dos cuerpos diferentes. Un fenómeno, vaya.

Cesáreo era el “propietario” de la mano derecha y Mateo el de la izquierda. Recuerdo que cada vez que explicaban el dia del parto de doña Paca (su madre) nos reíamos mucho, porque todo hay que decirlo, Mateo y Cesáreo eran unos cachondos. Resulta que en plenas contracciones de su madre teníamos al padre borracho como una cuba pegando bandazos por el pasillo, el abuelo (paralítico) se había cagado encima y dejó la silla hecha un cristo, y la abuela permanecía sola en casa porque no podía moverse debido a la cadena que la ataba a la cama de forma permanente. Cuando doña Paca rompió aguas inundó todo el quirófano, la muy animal, pero es que no sabían que en su cuerpo albergaba poco menos que un engendro bicéfalo con ganas de marcha. Primero asomó la cabecita Mateo, el más tranquilo y digamos educado de los dos, y cuando se disponían a sacar al otro, el muy gamberro se negó a salir, por lo que empezaron con la cesárea (de ahí el nombre) con el consiguiente desastre debido a que no eran dos niños separados. La madre gritando, los médicos llenos de sangre, la cabeza de uno asomando por el potorro y la del otro por la panza despachurrada. Una enfermera murió estrangulada accidentalmente por el puto cordón umbilical. Al final tuvieron que introducir al pobre Mateo otra vez p’adentro y sacarlo junto al hermano por la panza como si fueran carne picada. El padre entró en ese instante, patinó con unas vísceras y fue de morros contra todo el cirio, provocando una auténtica catástrofe. En medio de la confusión alguien violó a la enfermera muerta y aún hoy el padre niega que fuera él. Menudo cabrón estaba hecho el padre.

El bautizo se ve que fue la hostia, con el párroco agarrando semejante aborto como podía mientras los familiares se partían la caja viendo como mis dos amigos le pegaban cabezazos. Al final el cura se negó a bautizarlos y la familia lo quería linchar. Años más tarde completamos la venganza con el maldito cura denunciándole por abusos sexuales. Era mentira, pero lo que nos reímos!! Una vez fuímos a visitarle al trullo pero no se puso contento de vernos ni nada. Desde ese dia nos hicimos ateos.

Doña Paca cuando sacaba a paseo a sus dos hijos con el cochecito se la notaba contenta y satisfecha. Y lo que era mejor: lo que se iba a ahorrar en pantaloncitos y peúcos!! Eso si, los jerseys eran talla XL, ojo. La gente se acercaba a verlos y cambiaban la cara, claro. Y no sólo los desconocidos, cuando la abuela asomó (como pudo) la cabeza dentro del cochecito y vió aquella masa de carne estuvo vomitando dos días seguidos. La pobre. Después volvió a la cama y los grilletes.

Mis amigos cuando crecieron más empezaron a marcar diferencias. Cesáreo resultaba ser todo un granuja y cuando nos conocimos en la escuela enseguida incorporamos los siameses en el grupo. Mateo era un poco empollón pero el otro prefería saltarse las clases al igual que nosotros, lo cual implicaba discusiones porque compartían las mismas piernas. Al final optábamos por drogar al tonto y nos largábamos. Eso si, Cesáreo tenía que cargar con el peso muerto del hermano, pero estaba fuerte y además tenían los brazos muy desarrollados debido a su intensa vida masturbatoria. Al final suspendieron todas las asignaturas (excepto gimnasia) porque Cesáreo pasaba de estudiar y el otro no sabía escribir con la mano izquierda.

Lo pasábamos de coña y a pesar del pequeño defecto físico que tenían practicábamos deporte y todo. Varias veces participamos en carreras de fondo y maratones varios, pero al final lo dejaron porque se peleaban por a ver quien de los dos llevaba el dorsal. Un poco burros si que eran, todo hay que decirlo. Tambien jugábamos al fútbol, Mateo y Cesáreo ejercían de defensa central al más puro estilo Fernando Hierro, y más de uno terminó con la tibia hecha cisco. Tambien eran efectivos con el juego aéreo.

A los diecisiete años entraron a currar de peones para ayudar a su padre. Al principio poca cosa, trajinar sacos de cemento de un sitio a otro y poco más, hasta que al encargado se le ocurrió en un par de ocasiones llamarles la atención y terminó incrustado dentro de la hormigonera, con cemento y todo, y para sacarlo necesitaron la ayuda de los bomberos y del juez. Fueron despedidos claro, y tuvieron que buscarse la vida como pudieron. Poco despues el padre ingresó en la trena por exhibicionista y enseñarle la polla a un guardia. Además intentó darle por el culo el muy bribón y le cayeron seis años, dos por escándalo público, tres por faltas a la autoridad y uno por llevar el DNI caducao. Menos mal que no iba en coche sino le follan vivo por no llevar lámparas de repuesto ni los triángulos!! La madre prácticamente no salía de casa porque los vecinos la señalaban con el dedo y se reían. Terminó con una depresión de caballo y se suicidó con varios videos de José Luis Moreno. La abuela palmó en la cama pero no se dieron cuenta años más tarde, cuando se percataron que ya no tocaba la campanita para pedir alimentos. Se encontraron el cuerpecito de la anciana sepultada por sus propias heces. Recuerdo que una vez que subimos a casa de los siameses, nos prohibieron entrar en aquella habitación porque todavía no se habían atrevido a limpiarla. El abuelo paralítico vivió muchos años, pero sin moverse de casa porque tenía las ruedas de la silla pinchadas y los muy cabrones le escondieron los parches.

Mateo y Cesáreo no tuvieron una vida sexual digamos satisfactoria. Ya dije que se mataban a pajas y las chicas no se fijaban en ellos si no era para introducirles los Tampax usados en la boca, y llevaban el asunto bastante mal. Cesáreo iba como loco por contratar los servicios de una prostituta de estas caras, pero Mateo se conformaba con las pajillas que se cascaban mutuamente, que dicho sea de paso, les proporcionaban gran placer. Además habían perfeccionado un sistema curioso para aliviarse: mientras Cesáreo con su mano (la derecha) se encargaba de pelar la banana, su hermano con la izquierda introducía un dedo en el culo, y los gemidos de uno excitaban sobremanera al otro. Morreos no se daban porque no se solían limpiar los dientes y les daba reparo. Un amigo del grupo que tambien iba quemao (el Gambas) les propuso que se la mamaran los dos a la vez y eso hicieron. Pero el Gambas no contó con la mala uva de Cesáreo, que poco antes de eyacular le propinó una dentellada que le dejó el capullo hecho un dátil. Arrugao y negro.

Un tío suyo les ofreció trabajar como repartidores de pizzas con el ciclomotor, pero no les llegaba para comprar dos cascos. Una Navidad fueron para hacer de Papá Noel y para conseguir la plaza uno de los dos se escondió bien agazapado detrás del otro, como si fuera un jorobado. Después se dedicaron a asustar a todos los niños pellizcándoles los huevos. Una temporada estuvieron en el Circulo de Lectores, pero los echaron porque no había ni dios que les abriera la puerta. Para sacar algo de pasta vendieron varios órganos del abuelo, que aún vivía. Por los riñones y un pulmón tuvieron para tirar un mes y medio. Y por los ojos unas semanas más. Lo justo hasta que el abuelo terminó de agonizar y palmó, y ya no pudieron vender nada más. Bueno, para ahorrarse el entierro donaron el cadáver al restaurante chino de la esquina, que se pusieron muy contentos. También atracaron varias farmacias pero seguían sin tener el futuro demasiado claro.

Más tarde vino el servicio militar (de cuando era obligatorio) y no se libraron a pesar de que tenían los pies planos. En una carta nos contaban que Mateo se durmió en plena guardia y Cesáreo (que estaba al lado) aprovechó para vaciarle un tubo de SuperGlue por el gaznate. El pobre se pasó el resto de mili comunicándose por señas, pero no volvió a roncar nunca más. Cuando se licenciaron, Cesáreo logró aquel viejo propósito de pagarse un buen polvo, pero Mateo puso la condición de hacérselo luego con un señor bien calzao. Cesáreo no tuvo más remedio que aceptar: su hermano resultó ser maricón. Un día Mateo resultó ahogado en semen mientras se la chupaba a un señor de color, el negro salió corriendo asustado y el hermano dijo que le iba a hacer el boca a boca su puta madre. Mateo murió y meses después Cesáreo logró rehacer su vida casándose con una chica que vendía cupones de la ONCE. La chica era muy sufrida y no tenía ningún reparo de Mateo, que después de muerto todavía le apestaba la boca a semen, al pobre. Tuvieron un niño muy majo con tres brazos y cinco omoplatos, pero gracias a dios les perdimos la pista. Ahora, cuando vemos en televisión algún reportaje sobre siameses deformes o documentales de National Geographic siempre nos acordamos de ellos.
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Yo hice a Roque III

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Mensaje  Invitado Miér Feb 16, 2011 11:41 pm

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Mensaje  HH Jue Feb 17, 2011 12:02 am

Groucho escribió:

... Que sería del mundo sin Hitler ni los nazis? ... centenares de películas menos, miles de libros menos, miles de "documentales" menos ... decenas de miles de "artículos" menos en los periódicos y revistas ... millones de páginas de internet menos ... que sería del mundo sin Hitler y los nazis? ... Shocked


... PD: le vídeo algo mal hecho pero está divertido, lo he visto hace tiempo ... mrgreen

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Mensaje  Bareto`s Punk Vie Feb 18, 2011 9:02 pm

Tostadas de cacaceite.
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