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Si no hubiera sido por... deportistas que se perdieron por el camino

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Mensaje  akratamondo Miér Ago 19, 2009 6:37 am

Bueno, abro este tema para recopilar historias, anecdotas, biografias de deportistas que hubieran podido llegar muy alto, pero que por mala suerte, por mala cabeza, o por combinacion de las dos cosas, se quedaron en el camino y no llegaron a nada. Abro el tema con esta historia que he leido en los foros de acb.es, sobre Thomas Hamilton, que pudo ser un gran jugador de baloncesto, pero que por lo unico que sera recordado es por poseer el record de peso de la historia de la NBA, y todo por culpa de la pereza. Una historia como para reflexionar un rato:


― Sr. Glass, quiero marcharme de aquí, quiero dejar ya la universidad y declararme elegible para el draft.
― Aha, oye ¿cuánto dices que mides?
― 7 pies y 4 pulgadas.
― Oh, ¿y cuánto pesas?
― Bueno, ahí tengo un problema, peso alrededor de 170 kilos.
― ("Joder, 170, yo creo que ni mi coche pesa eso”) Ehmm… perdona Tommy, ¿has dicho 170 kilos?
― Sí bueno, la verdad es que tengo un poco de sobrepeso.




Es probable que el nombre de Thomas Hamilton no le resulte conocido a casi nadie, a excepción de los curiosos que alguna vez se hayan molestado en mirar el registro de récords de la NBA y buscar “jugador más pesado de la historia de la liga”. No dejó legado alguno a la historia de nuestro deporte, más allá de la mencionada anécdota. Sin embargo, bajo su nombre subyace una historia que, más por lo humano que por lo deportivo, no viene mal recordar -o descubrir, según cada cual- y abrir de paso el camino a la reflexión.

Thomas Hamilton, Big Tommy, era un chaval extraordinariamente dotado para el baloncesto. Nativo de la zona sur de Chicago, presentaba habilidades poco habituales en un hombre grande y de raza negra, como el tiro en suspensión, el entendimiento innato del juego, el dribbling e incluso cierta facilidad para el pase. Todo ello adornaba el atractivo y traicionero regalo que le va a acompañar toda su vida: un enorme corpachón de casi 2.20cm de altura.

Tras su paso por High School (donde con seguridad forma, junto a Rashard Griffith, la mayor pareja de pívots en la historia del basket de institutos), Hamilton se asoma al profesionalismo cuando contacta, de una manera por cierto bastante rocambolesca, con el agente y representante de jugadores Keith Glass. Se acercaba el verano de 1995, y contaba entonces con 19 años. El extracto inicial pertenece a la primera conversación directa que ambos mantuvieran por vía teléfonica.

En realidad, con el tiempo se supo que Thomas Hamilton estaba matriculado en la Universidad de Pittsburg, pero jamás jugó en su equipo de baloncesto. En realidad, tampoco medía 7-4 (2.23), sino algunos centímetros menos. En realidad, en aquél momento no pesaba 170 kilos, sino que superaba los 180. Y en realidad, no se sorprendan, su problema real no era el sobrepeso, sino uno mucho más dañino y de bastante peor solución. Big Tommy acusaba una alarmante falta de motivación, interés por el trabajo y de sentido de la responsabilidad. Carecía absolutamente de disciplina para todo.



Aun consciente del problema que tenía el chico, el agente Glass se propuso ayudarle e intentar hacer lo posible para conseguirle un contrato profesional. A fin de cuentas, no siempre se encuentra uno con un ejemplar de semejantes condiciones. No era un mero acto de caridad ni mucho menos, pues el potencial del muchacho alumbraba sin duda altas posibilidades de negocio a medio plazo. Olía a billetes.

Glass y su entorno empezaron a trabajar con él en New Jersey, gracias a Bob Susser, un amigo del representante que accedió a prestarle su casa y acoger al jugador durante las primeras semanas. Ya se sabe, chico muy joven, primera vez que abandona el lecho familiar, primeras responsabilidades... siempre es mejor que esté en casa de alguien de confianza que viviendo por ahí solo. Tenían la vista puesta en el campus pre-draft que la NBA organiza anualmente para testear a los aspirantes. La meta, cómo no, llegar en óptimas condiciones físicas al evento. No vamos a entrar en los relatos de Bob acerca de cómo su mansión empequeñeció de súbito al ver entrar por primera vez al orondo huésped, ni de la composición bélica que a menudo veía en su cocina cuando se levantaba por las mañanas y se encontraba decenas de botes de zumo (vacíos) tirados por el suelo.

Gracias al plan específico diseñado por sus tutores, Hamilton empezó a perder algunos kilos, pero la esperanza solamente duró hasta que empezó a acordarse de su novia y de sus “obligaciones” en Chicago. Decidió unilateralmente volver a su casa con la promesa de que allí seguiría poniéndose a punto para el campus. Glass, perro viejo en estas lides, le llamaba diariamente. El jugador le contaba que todo estaba bien, que continuaba progresando en el trabajo… pero obviamente no podía verlo en persona para constatarlo.

Una de las ventajas de ser agente de jugadores es que tienes confidentes en casi cualquier sitio, de modo que a Glass no le resultó complicado contactar con un par de jugadores de su entorno en Chicago y preguntarles si sabían algo de su pupilo. Los contactos en esta ocasión fueron Byron Irvin y Marcus Liberty, y la respuesta por completo desalentadora: no había ninguna posibilidad de que Hamilton llegase en forma al campus pre-draft, y de hecho circulaban rumores de que se había situado por encima de los 200 kilos. Su agente no tuvo más remedio que viajar a Illinois para comprobarlo in situ. Al verlo, inmediatamente retiró la inscripción de Hamilton para el campus oficial de la NBA. Enviarlo en ese estado a guerrear de tú a tú contra las jaurías de renegados y buscacontratos que acuden a estos campus, todos con muy poco que perder y con el cuchillo entre los dientes, suponía un altísimo riesgo de escarnio y humillación pública.





Keith Glass ya acumulaba por entonces un amplio bagaje en el mundillo de la representación de jugadores profesionales, y había conocido a jóvenes con problemas de todo tipo. No iba a bajar los brazos a las primeras de cambio, y mucho menos trayéndose entre manos un posible mirlo blanco, como era el caso. Tocaba darle vueltas al coco e idear otros métodos para promocionar el inmenso potencial de su jugador de cara a las franquicias NBA.

Siguiente paso: organizar un campus privado de entrenamiento en Fernwood Park (zona sur de Chicago, cerca del hogar de Hamilton), y tirar de agenda para convocar al evento a cuantos mánagers y ojeadores fuera posible. Don Nelson, Jim Lynam, Ernie Grunfeld, Don Chaney… la capacidad de convocatoria de Keith Glass quedaba fuera de toda duda. El propio Rashard Griffith, Marcus Liberty o un jovencito Antoine Walker que todavía jugaba en el instituto, fueron algunos de los jugadores invitados a un campus donde el principal reclamo, cómo no, era aquel chaval gigante que vivía cerca del barrio.

Era un sábado, primeras horas de la tarde. A los dos minutos de empezar a jugar, Hamilton se lleva la mano a la parte posterior del muslo. Se queja notoriamente, abandona la pista y enfila hacia el vestuario del pequeño pabellón, mientras el resto siguen jugando para la comitiva NBA allí reunida. Diez minutos, quince minutos… ni rastro de Tommy. Keith Glass, sentado en la grada, se pone nervioso y baja a ver qué le ha pasado a su jugador. La escena que se encuentra en el vestuario solo puede calificarse de patética. Marcus Liberty y JJ Anderson procuraban hablar con él y convencerle de que volviera a la pista, que había venido mucha gente a verle, que solo tenía un tirón leve y no era como para desperdiciar una oportunidad así. Thomas Hamilton, tumbado en el suelo, se había subido su camiseta gris hasta la cabeza para taparse la cara. No paraba de llorar. Tenemos pues a un tipo del tamaño de un rinoceronte, tirado en el suelo y tapándose la cara llorando a lágrima viva. Evidentemente, ésa es la actitud que uno toma no cuando le duele la pierna, sino cuando se viene emocionalmente abajo y se encuentra superado por las circunstancias, por los obstáculos, por la vida.



La colección de fracasos de Thomas Hamilton crece a medida que nos acercamos en fechas al draft del 95. Durante esos días previos, los Celtics le proporcionan un vuelo para acudir a unos workouts en Boston y así poder evaluarle en vivo. Tommy pierde el avión. Cleveland también muestra interés y contacta para concertar un vuelo hasta Ohio. Esta vez se queda dormido en la sala de espera del aeropuerto. Los Bucks fueron más prudentes y le recogieron en coche para llevarle desde Chicago hasta Milwaukee. Pueden hablar con él e intercambiar impresiones (ese año tenían dos elecciones en segunda ronda y se planteaban invertir una de ellas en una apuesta de este tipo). De nada sirvió. No hay luces ni fotos para Thomas Hamilton. La noche del draft Mr. Stern no pronunció su nombre.

Sin embargo, al poco de terminar el evento y ya pasada la medianoche, suena el teléfono de Keith Glass. Al otro lado, una voz suave pero de acento extraño que el agente no conocía.

―Keith, soy Isiah Thomas, de los Raptors. Estoy muy interesado en el chaval ese grande tuyo.

Isiah, recién retirado de las canchas y metido a ejecutivo en la nueva franquicia de los Toronto Raptors, es natural de Chicago y por tanto conocía la historia de Big Tommy y el entorno en que el muchacho se había movido años atrás. El plan de los Raptors tiene bastante sentido. Básicamente querían hacerse cargo de él en todos los sentidos, entrenarlo, llevarle a un nutricionista, proporcionarle una casa y lo básico para vivir en Toronto, y por supuesto pagarle un salario (el mínimo de entonces, 150.000 dólares). Si les salía bien la jugada, quizás en un plazo de 2-3 años tendrían un buen center. Nada descabellado, a tenor de las cantidades que se invertían y se siguen invirtiendo en pívots de condición sospechosa y rendimiento todavía peor. Viéndolo desde el otro lado de la barrera, para un chaval de 19 años que una franquicia NBA esté dispuesta a hacer todo eso por ti parece sencillamente una oportunidad de película. Y lo cierto es que el plan de Isiah parecía funcionar.

Manos a la obra. En pocas semanas el jugador pudo ponerse en forma, trabajó, sudó, reguló sus hábitos y rebajó su peso hasta los 150 kilos, más o menos en el límite que los especialistas consideraban sano para competir, y probablemente lo mínimo que su castigado cuerpo había sufrido en mucho tiempo. Pero a Tommy las oportunidades de película parecían no interesarle demasiado.

Mientras un montón de gente trabajaba a su alrededor con el loable propósito de convertirle en millonario, su mente estaba más ocupada en asuntos como comprarse unos zapatos nuevos, echar de menos a la novia, o quejarse por la morriña de encontrarse lejos de Illinois. En este punto los Raptors cometen un error garrafal: confiar en él. A buen seguro ilusionados por el prometedor comienzo, le dejan volver a Chicago para que estuviese en casa, continuara trabajando allí y consiguiera equilibrar su estado de ánimo. En lugar de eso, lo que equilibró probablemente fueron cajas de pizzas y McDonalds encima de la mesa del salón. En algo más de un mes, Hamilton había vuelto a rebasar los 180 kilos. Tercera gran decepción en cinco meses. No al campus, no al draft, no al proyecto de Toronto. Podemos imaginar la sensación de impotencia y frustración, cuando no de enfado, tanto de su representante como de la franquicia y todo su entorno.

---continuara, que el foro no me deja poner un mensaje tan largo de golpe---


Última edición por akrata el Miér Mar 27, 2013 10:32 pm, editado 3 veces
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Mensaje  akratamondo Miér Ago 19, 2009 6:38 am

--- continua (a ver si encuentro donde demonios esta el limite de tamaño en el panel de admin ---

Pese al desastroso desenlace, Glass seguía empeñado en llevarlo al campus de entrenamiento de los Raptors previo al inicio de la Liga Regular, al menos para que probase. Era lo mínimo que podía hacer después del tiempo y el dinero que habían empleado en él... pero los esfuerzos resultaron vanos. Directamente lo echaron del equipo, supuestamente por estar fuera de forma y no tomarse las cosas lo bastante en serio. No se trataba ya de la desmotivación y el sobrepeso, sino de las consecuencias que sobre su cuerpo iban dejando hábitos tan poco saludables como perder y ganar 35 kilos alternativamente en cuestión de semanas.



El caso es que cuando tienes 20 años, dimensiones descomunales y sabes jugar al baloncesto aunque no seas capaz de demostrarlo, a ojos de los directivos sueles tener más crédito de lo normal. Pasado un mes del affaire Raptors (tiempo durante el cual, dicho sea de paso, Hamilton continuaba distrayéndose viendo la tele en su casa de Chicago) los Celtics, que desde el principio habían estado revoloteando en torno al jugador, siguiéndole de cerca y esperando oportunidades, vuelven a la carga. Deciden firmarle en noviembre de 1995, previo aviso del peculiar carácter del jugador y de la tormentosa experiencia acaecida en Toronto.

Tommy Hamilton pasa a engrosar de este modo la plantilla de los Celtics durante la campaña 95/96, aunque realmente está más tiempo pululando entre la Injured y la Suspended List que completando el roster de jugadores activos. Tanto Eric Montross como Dino Radja, compañeros suyos en la rotación interior céltica, fueron los compañeros que mayor interés mostraron en acomodar al chaval recién llegado, y contribuir a su manera con la apuesta de su franquicia. La reacción de Hamilton ante estos acercamientos fue, textualmente:

― Pero es que yo no tengo por qué hacerme amigo de nadie. No figura en mi contrato.

Aquella no fue una temporada fácil. Los Celtics, dicho pronto y mal, acabaron hasta las pelotas de Thomas Hamilton. Ya concluida la liga, mes de julio de 1996, el entonces General Manager – y ex-agitatoallas de postín en los años de Bird- ML Carr le comunica al jugador sin rodeos que o baja su peso a 150 kilos, o ni se moleste en acudir al training camp veraniego. Días más tarde, entre el creciente mosqueo por el desinterés del jugador (a quien le había faltado tiempo para regresar a su casa), y la incertidumbre por un lockout que finalmente no se produce pero que amenazaba con bloquear todos los contratos vigentes, Boston decide despedirle.


Intento de tapón sobre Tim Duncan.


Thomas Hamilton disputó 11 partidos con los Celtics en la temporada 95/96, y después otros 22 con los Rockets en la 99/2000, cuando se les lesionó un cascadete Olajuwon. Entre medias todavía fue capaz de arañar un par de contratos temporales en Chicago – cómo no- y otro en Miami, en ambos casos sin opción de pisar el parquet en partido oficial. Total, apenas 33 partidos en la NBA con promedios de 3 puntos y 3 rebotes, en los que por supuesto no se atisba ni rastro de las bondades que atesoraba en la época escolar.

De su carrera baloncestística nunca más se supo. Si uno busca su perfil en nba.com o en cualquier web de estadísticas, encontrará apenas unas líneas con pocos números y alguna mención de sus traspasos y activaciones. Tampoco llamará la atención su peso, pues las cifras que quedaron registradas oficialmente están lejos de las que sin esfuerzo conseguía cuando se abandonaba a la vida ociosa y despreocupada. Hace pocos años tuvo algunos escarceos con aquél intento de resurrección de la ABA en algunos equipos locales de Chicago, pero sin llegar a firmar un mísero contrato. Nada más.



Todos conocemos casos de jugadores con problemas de sobrepeso, absorbidos por la pereza, o acusados de desaprovechar cualidades innatas (físicas o técnicas) en favor del acomodamiento y de la vida fácil. Sin embargo, cualquier ejemplo que se nos ocurra podremos situarlo en un equipo, en un campeonato, en un contexto determinado. Cualquiera se las habrá apañado para hacer carrera, a mayor o menor nivel, con mayor o menor suerte. Big Tommy Hamilton no fue capaz más que de jugar 33 partidos a nivel profesional, ni siquiera hacer las maletas o embarcarse en conjuntos de segunda o tercera fila. No hizo nada, y por no hacer ni siquiera dio pie a imaginar lo que podría haber dado de sí. Sencillamente, no quiso hacerlo.
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Mensaje  Jahiime Miér Ago 19, 2009 12:55 pm

Antonio Martín. Murió en un accidente.

De la wiki:

Antonio Martín Velasco
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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Antonio Martín Velasco, (Torrelaguna (Madrid), 24 de mayo de 1970 - 11 de febrero de 1994), fue un ciclista profesional español desde 1992 a 1994, año de su fallecimiento.

Fue una de las más firmes promesas del ciclismo español, considerado por la prensa como futuro sucesor de Miguel Indurain.[1] [2]

Su hermano menor David Martín Velasco es ciclista profesional.
Contenido
[ocultar]

* 1 Biografía
* 2 Trayectoria
* 3 Referencias
* 4 Enlaces externos

Biografía [editar]

Comienza su carrera deportiva el año 1983 en la Escuela Ciclista de Torrelaguna consiguiendo numerosos éxitos a partir de 1985. Tras muchos logros y reconocimientos en categorías Junior y Amateur, en 1992 logra dar el salto a la categoría profesional firmando por el Grupo Deportivo Amaya Seguros por dos temporadas (1992 y 1993), y consigue ganar la Hucha de Oro y quedar 2º en Vuelta a Murcia, Vuelta a La Rioja y Gran Premio de Villafranca.[1] En su segundo año como profesional lograría su más prestigioso reconocimiento: el maillot blanco a la mejor promesa en el Tour de Francia 1993, por delante del colombiano Oliverio Rincón y el francés Richard Virenque, una de las reconocidas estrellas en la historia de la carrera gala.

El 11 de febrero de 1994 y tras pasar a la plantilla del laureado Grupo Deportivo Banesto, Antonio fallece mientras entrenaba, en un trágico accidente de circulación.[3]

Trayectoria [editar]

* Amaya Seguros (1992-1993)
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Mensaje  akratamondo Jue Ago 20, 2009 1:56 am

Bueno, vamos con otro caso curioso, aunque radicalmente opuesto al primero que he presentado. Si al primer tipo dan ganas de correrlo a collejas a todo lo largo del ecuador terrestre al ver la cantidad de oportunidades de esas que solo se presentan una vez en la vida que llego a desperdiciar, creo que ante la historia de esta chica en cambio hay que quitarse el sombrero. Veamos la historia de la tenista que abandono las canchas para hacerse monja y cuidar niños con cancer:

En 1979 una muchacha estadounidense revolucionaba el mundo del tenis. Con sólo 14 años se convertía en profesional y, de manera vertiginosa, empezaba a transitar una carrera que, en pocos meses, pasaría del anonimato al estrellato absoluto. Ya con nueve títulos, daría el gran salto al llegar a las finales de Roland Garros (1982) y de Wimbledon (1983), donde caería frente a la experimentada Martina Navratilova. Sus actuaciones le permitieron alcanzar el puesto número 2 en el ranking de la WTA, pero una lesión en el hombro, previo paso por el quirófano, la obligó a retirarse de la actividad a los 21 años. Lejos de lamentarse, Andrea Jaeger emprendió otro camino y creó una fundación para cuidar chicos enfermos de cáncer. Todavía suele pelotear en algunas canchas de cemento. Pero ya no más con pollera y sus dos colitas. Ahora lleva los hábitos y, a los 41 años, es la hermana Andrea. “Siempre tuve una relación personal con Dios, incluso de niña. Sólo atendí ese llamado”, cuenta Jaeger.

A los 8 años tomó su primera raqueta y, bajo los consejos de su padre Roland, fue puliendo su talento. A los 14 –edad record en ese entonces– dio sus primeros pasos en el profesionalismo. Trece triunfos consecutivos y sus primeros títulos la pusieron en el centro de escena. Finalmente, un traspié ante Navratilova en la final del Virginia Slims Championship la catapultó como una de las flamantes estrellitas del circuito femenino.

Jaeger no pasaba inadvertida: en cada torneo despertaba el interés y la admiración de miles de fanáticos (sobre todo de los hombres), aunque siempre detrás de Navratilova. Es que la checa, nacionalizada estadounidense –18 títulos de Grand Slam y siete años como número uno del mundo–, fue su principal verdugo: la derrotó de manera contundente en las finales de Roland Garros (7-6, 6-1) y Wimbledon (6-0, 6-3). Además de llegar a aquellas definiciones, también alcanzó las semifinales del Abierto de Australia y de los Estados Unidos.

Jaeger no paró de cosechar elogios durante su juventud. Uno de los reconocimientos más importantes le llegó al derrotar en Wimbledon a Billie Jean King, una de las leyendas del tenis femenino, en 1983. La joven Jaeger se impuso en la cancha central por un cómodo doble 6-1, en lo que fue la última actuación de King.

Hasta que llegó el momento, quizá de manera prematura, en el que su físico le dijo basta. Jaeger sufrió una lesión en el hombro en 1985. Poco pudieron hacer las siete cirugías a las que fue sometida. Dos años más tarde, con 12 títulos en sus vitrinas y una Copa Federación (1981), dejó el tenis para retomar sus estudios de teología. “Dios me ayudaba en otras cosas que no eran ser número 1. Lo sabía desde los 14 pero, ¿a quién se lo podía decir? Ni los sponsors ni los empresarios querían escuchar eso. Cuando me lesioné estaba en paz y decidí ayudar a los niños enfermos”, señaló la tenista de Illinois, que además ganó otros cuatro títulos en dobles.

Después de visitar varios hospitales, Jaeger se mudó a Aspen (Colorado) y creó la fundación Silver Lining para ayudar a niños que padecieran cáncer. Su misión no terminó allí: a los 40 años la ex jugadora se convirtió en la Hermana Jaeger. La fundación, que gasta un poco más de cuatro millones de dólares al año, recibió los aportes de ex jugadores, como los estadounidenses John McEnroe, Pete Sampras y André Agassi, entre otros. “Cuando la gente me pregunta si extraño el tenis mi respuesta es siempre la misma: ‘No hay resentimientos’. Dios quiso que hiciera algunas cosas más, como cuidar chicos con cáncer. Y amo hacer eso”, opina.

Producción: Hernán Matz.
fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-82789-2007-04-05.html
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Mensaje  akratamondo Jue Ago 20, 2009 2:11 am

Y una tercera historia, bastante tragica esta, que tambien nos deberia hacer reflexionar, de un deportista que vio truncada su carrera por culpa de los prejuicios de los aficionados. Se trata del primer, y hasta el momento unico, futbolista profesional que confeso publicamente su homosexualidad, cosa que acabo arruinado su carrera y su vida:

Extraido del blog "La web de los deportistas olvidados"
http://blogs.20minutos.es/quefuede/post/2009/07/08/quao-fue-de-justin-fashanu-primer-futbolista-saliai


Justin Fashanu, el primer futbolista que salió del armario (y su triste historia)

El de hoy es un post especial. Es especial porque no se parece a ninguno de los 405 que he hecho antes. En primer lugar, recoge a un futbolista fallecido, algo que ya hemos discutido ampliamente aquí. Segundo, porque no se trata de una superestrella mundial. Es más, muchos de vosotros ni siquiera lo conozcáis. Tercero, porque si por algo es famoso es por su vida privada, fuera del terreno de juego. Pero es una historia impactante que además, creo que pone sobre la mesa un debate sobre un tema tabú en el mundo del fútbol: La homosexualidad. Hace unos meses, mi compañero Jacobo Alcutén sacaba a colación su nombre en un artículo sobre la primera peña gay del Barça. Es Justin Fashanu, el primer futbolista profesional que salió del armario. Y, por ahora, el único.

¿Quién era?: Un futbolista inglés de origen nigeriano de los 80 y los 90.

¿Por qué se le recuerda?: Por ser, como os decía, el único futbolista de élite que declaró públicamente su homosexualidad. Lo hizo en 1990, cuando era futbolista del Leyton Orient londinense.

Ahora vamos a cambiar un poquito la estructura habitual del post y directamente, os cuento su historia:

Justin Fashanu (Londres, 19 de febrero de 1961) era uno de los más prometedores jugadores del Reino Unido, cuando jugaba en el Norwich City. Más aún, cuando en 1981, en entonces poderoso Nottingham Forest pagó por él 1 millón de libras esterlinas. Ya entonces, Fashanu tenía clara su sexualidad. Aunque no era oficial, sus salidas nocturnas llegaron a los oídos del polémico entrenador del Forest, Brian Clough. Éste, en su biografía, relata una conversación que tuvo con Fashanu: "Si quieres una barra de pan, ¿adónde vas? Al panadero, supongo. Si quieres una pierna de cordero, al carnicero... Entonces, ¿por qué sigues yendo a esos malditos clubs de maricones?". Clough llegó a apartar a Fashanu del equipo y ahí empezó un rosario de pasos efímeros por numerosos clubes, que incluyeron estancias en Estados Unidos y Canadá. Regresó a Inglaterra, jugó en el Manchester City, en el West Ham y en el Leyton Orient. Estando en este equipo, el 22 de octubre de 1990, el diario sensacionalista The Sun publicó una entrevista exclusiva con Fashanu en la que el jugador declaraba su homosexualidad y además, relataba que había tenido un affaire con un parlamentario conservador casado.

Su vida como gay

Cuando salió del armario, comenzaron sus problemas. Su propio hermano, John, que también era futbolista, lo rechazó, afirmando que "era un paria". Aunque sus compañeros de vestuario no le hicieron el vacío, Fashanu tuvo que aguantar declaraciones de otros que lo rechazaban y las inevitables chanzas y comentarios maliciosos de los aficionados. Por todo ello, volvió a hacer las maletas y retornó a Canadá. Volvió al Reino Unido para jugar en Escocia. Entre otros, formó parte del Hearts of Midlothian de Edimburgo, equipo con el que se enfrentó al Atlético de Madrid en una eliminatoria de Copa de la UEFA (recuerdo como si fuera ayer estar viendo ese partido, en mi casa -yo tenía 13 años- y escuchar al comentarista hablar sobre la homosexualidad de Fashanu. Se me quedó grabado). Incapaz de pasar una temporada seguida en más de un club, se retiró en Nueva Zelanda tras otro breve paso por Estados Unidos.

Su triste final

Fue en Estados Unidos donde recibió el peor palo de su vida. En 1998, un joven de 17 años le denunció por abusos sexuales. Fue interrogado por la Policía por ese caso, pero ni siquiera fue detenido. Fashanu retornó al poco a Inglaterra, temiendo ser arrestado. Poco más de un mes después de este asunto, y agobiado por una profunda depresión, Fashanu fue encontrado ahorcado en un garaje abandonado en Shoreditch, un suburbio de Londres. Dejó una nota de suicidio en la que decía que "Me he dado cuenta de que ya he sido declarado culpable. No quiero dar más preocupaciones a mi familia y a mis amigos. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida; al final encontraré la paz". La Policía inglesa averiguó poco después que las autoridades estadounidenses habían archivado el caso de abusos sexuales contra Fashanu por falta de pruebas.
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Mensaje  akratamondo Miér Mar 27, 2013 10:41 pm

Bueno, resucito este hilo del paleolitico, porque me parece que es el mas adecuado para colocar esta historia que me han pasado por el caralibro. La del "perroflauta" del Sporting que dejo el futbol profesional para ser consecuente con sus ideas.

http://www.mundodeportivo.com/20110808/sporting-gijon/un-perroflauta-en-asturias_54196794666.html

Un 'perroflauta' en Asturias. Javi Poves deja el Sporting y el fútbol porque "sólo es corrupción".

Javi Poves se presentó un día en las oficinas del Sporting de Gijón y pidió, ante la sorpresa de la gente del club asturiano, que dejaran de pagarle por transferencia bancaria: "No quiero que se especule con mi dinero ni un segundo. No pienso utilizar un banco", les dijo.

Otro día, devolvió un coche que el club había regalado a cada jugador sportinguista "Me sentía mal teniendo dos coches. No lo necesitaba".

Javi Poves vivía una contradicción vital permanente. Después de que Manolo Preciado le premiara con su debut en Primera División contra el Hércules (salió de la cantera del Atlético de Madrid y jugó en el juvenil del Rayo, en Las Rozas y Navalcarnero), en su cabeza sólo estaba dejarlo.
"Lo que se ve desde dentro lo deja claro: el fútbol profesional sólo es dinero y corrupción. Es capitalismo, y el capitalismo es muerte. No quiero estar en un sistema que se basa en que la gente gana dinero gracias la muerte de otros en Sudamérica, África, Asia. Simplemente, mi yo interior me impide seguir en esto", dice Poves sin pestañear
Tiene 25 años y mucha pasión. A veces, hasta le cuesta explicar quién es. "Me llaman antisistema, me han encasillado ahí, pero no sé lo que soy. Sí que sé que no quiero vivir prostituido como el 99% de la gente. Si no puedo tener una vida limpia en España, la tendré en Birmania, donde sea", dice. Estudiará Historia por la UNED y verá lo que hace. No lo tiene claro. Si acaso, planea viajar por el mundo oprimido.

"Quiero conocer el mundo de verdad, saber lo que hay. Ir a África. Para eso no hace falta mucho dinero. He estado en Turquía en hoteles de tres euros", recalca con total naturalidad este tipo que quiere cambiar el mundo y al que le puede perder la rotundidad de su mensaje. En cualquier caso dice siempre lo que piensa y parece decidido a mantener su filosofía de vida por encima de muchas cosas.
En un magnífico artículo de ‘La Nueva España’, Poves cuenta que, aunque se acercó al 15-M al comienzo y constató personalmente la pasión e ilusión de la gente, el movimiento se le queda muy corto.

"Plantean cambios muy superficiales, a mí no me valen. ¿De qué me sirve ganar 1.000 euros en vez de 800 si están manchados de sangre, si sé que se obtienen con el sufrimiento y la muerte de mucha gente? La suerte de esta parte del mundo es la desgracia del resto. En vez de tanto 15-M y tanta hostia, lo que hay que hacer es ir a los bancos y quemarlos, cortar cabezas. Así de claro te lo digo", señala.
Efectivamente, más claro no puede ser Javi Poves, el chaval de 25 años que deja el fútbol para tomar un camino incierto lejos de todo. ¿Qué pensarán la mayoría de futbolistas profesionales?

http://www.mundodeportivo.com/20110808/sporting-gijon/un-perroflauta-en-asturias_54196794666.html
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Mensaje  Hanna Mar Feb 25, 2014 4:36 pm

Y que no era catalán ni vasco. Era -es- gallego.

La historia de Nacho: el futbolista que rechazó a España

http://revistaindiscretos.com/2014/02/24/la-historia-de-nacho-el-futbolista-que-rechazo-a-espana/
Hanna
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¿Te has leído "La Carretera"?

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