De tapeo-cerveceo por Alcalá de Henares/Madrid

Jajajajaj!! Dyc??? Ni pa eso me da!!!Pa qué voy a comprar Dyc habiendo whiskies a 4 o 5 euros la botella???

dios mio te estas matando caliops

McPlaci ha partido hacia Atocha.

Ahora sabe cosas que antes no sabía.

Caliope escribió:Puf, y yo estudiandome los requisitos del matrimonio . Pero que asco de gente que sois...

Tu no me seas llorica que ya has tenido lo tuyo

Placis escribió: Fue un placer degustar el tacto de Cali

que suerte tienen algunos, repámpanos.

Al jahiime le dará un aneurisma...

Jose escribió:McPlaci ha partido hacia Atocha.

Ahora sabe cosas que antes no sabía.

Cierto. Y lo peor es lo mucho que me ha sorprendido saberlo, algo tan... ¿sería la palabra más correcta algo así como "inverosímil"?

Me siento como este alemán:



Y lo peor es que Manolo García tenía razón cuando dijo "en los valles me pierdo en las carreteras duermo"

:?: :?: :?: :?: :?: :?:

si txabi

es todo muy intrigante

Lo que yo jamás habría imaginado es que tendría que venir McPlaci a Alcalá para hacerme ver de una puta vez la relación de signos en la fachada cisneriana.

La clave estaba en la falsa gárgola (disfrazada de cerdito, y os juro que es cierto) y es que nunca me habría parado a pensarlo. Es lo que pasa con el conocimiento: que a veces la evidencia lo envuelve, lo encubre y lo oculta.

En serio, McP, gracias mil, tío.

¿Tú has conseguido ya poder sentarte?

Jose escribió:En serio, McP, gracias mil, tío.

¿Tú has conseguido ya poder sentarte?

Diablos! los rumores que circulan por tabernas y mentideros sobre Jose y su potencia sexual parece que cobran sentido.





EPAYAO

bueno ya esta bien de mariconadas

lo que paso fue esto:

jose se comio tres kilos y medio de cocido y se bebio dos litros de cerveza (ants de comer) y dos de litros de vino comiendo

despues (de los postres, claro) se quedo profundamente dormido roncando de manera estrepitosa
mcplaci saco un libro le dieron las 7 desperto al jose le dijo que lo habian pasado en grande y se fue al tren
por su parte jose se fue a cenar

Txabi escribió:Al jahiime le dará un aneurisma...

Y un ataque de cuen.nos!!!

Por cierto, eso no es un alemán, es Ron Damón borracho!!

igOr escribió:

Jose escribió:En serio, McP, gracias mil, tío.

¿Tú has conseguido ya poder sentarte?

Diablos! los rumores que circulan por tabernas y mentideros sobre Jose y su potencia sexual parece que cobran sentido.

Hombre, yo hablaba de agujetas en las piernas por la tarde de interminables caminatas, pero encuentro muy interesante el hilo de sus pensamientos, awelo.

-----------------------------

ñiñi: si la envidia por el cocido que pasó de largo ante tus narices te hace llorar, tus lágrimas te impedirán ver la carta de cafés calientes con licores diversos.

Afortunadamente, a McPlaci y a mí no nos pasan esas cosas.

------------------------------

Bruji: ay, pillinaaaaa...

Jose escribió:Hombre, yo hablaba de agujetas en las piernas por la tarde de interminables caminatas, pero encuentro muy interesante el hilo de sus pensamientos, awelo.

Siempre es entrañable que a uno le digan cosas bonitas (aunque sean burdas falacias.)

Pfffffffffffffff jajajajajaja, estáis colgaos sin remedio

Bueno, vale, vamos a contarlo.

Mc me llamó cuando acabó sus asuntos y quedé en pasarme a recogerle. Por una vez en mi vida, fui fiel a mi palabra y así lo hice. No obstante, creo que debí de equivocarme en algo, porque -diametralmente en contra de mis costumbres más arraigadas- llegué antes de lo previsto y no le hice esperar.

No mucho, en todo caso.

Al momento identifiqué en su rostro amable y pálido los inequívocos signos de la desesperación culinaria que frecuentemente embarga el ánimo del emigrante de larga duración. Hay que reconocer que el tratamiento de choque que le habían aplicado Bruja y Caliope la tardenoche anterior había dado algún resultado: McPlaci ya era capaz de utilizar palabras tales como "pescaíto" o "jamón de bellota" sin derrumbarse totalmente en un mar de sollozos y gemidos lastimeros. Pero es obvio que eso no bastaba. Había que tomar decisiones mucho más contundentes que las tapas (por muy vigorizantes y celebradas que fueran) madrileñas y, en consecuencia, centralistas, opresoras y, por qué no decirlo, con un leve tufillo a phascio redentor.

Así que, como además hacía un frío de puta madre, me lo llevé a comer un cocido como Dios manda (no recuerdo si el mandato venía en el Génesis o en el Levítico, pero fijo que viene, porque yo lo he leído).

No sé si me perdonará que cuente esto, pero he ser fiel a la verdad en el relato de los hechos, ya que mi condición de moderata me impone un cierto grado de rigor y autoexigencia que, de no cumplir, podría defraudaros. Así, me resulta ineludible mencionar que, ante su plato de sopita calentita con fideítos, ante los garbancitos y zanahoritas, el choricito y la pancetita, las patatitas y el tocinito... ante el reencuentro, en definitiva, con una comida de verdad, McPlaci lloró. Como un hombre de verdad.

Lo cierto es que al principio encajó maravillosamente, con una entereza ejemplar, el fuerte impacto emocional. De modo que lo dejaremos aquí y omitiremos toda mención de los abrazos fraternales a camareros y comensales de otras mesas, así como las súplicas (rodilla en tierra) a la cocinera para que se conviertiera en su segunda esposa esa misma tarde. Confieso que ya me veía de padrino y que la idea me resultaba muy atrayente (rediez: ser padrino de bodas de McPlaci sería todo un honor), pero abandoné -muy a mi pesar- la idea cuando me percaté de que el dueño del establecimiento marcaba tres únicos dígitos en un teléfono y hablaba a alguien en voz baja y medio tapando el auricular.

Aranqué a McPlaci del delantal de la cocinera (se había aferrado con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos y agarrotados) y me lo llevé de allí, corriendo a uña de caballo. El dueño nos gritó al pasar algo acerca de una cuenta (menudo momento para ponerse a pensar en arreglar collares), pero no hicimos mucho caso, ya que se había vuelto un ser bastante desagradable.

Cuando nos detuvimos a recuperar momentáneamente el resuello, me di cuenta de que nos hallábamos delante del Museo Casa Natal de Cervantes, donde en ese momento entraban 250.000 japoneses. Intentamos camuflarnos entre ellos, pero eran muy bajitos y McPlaci es más largo que el piropo de un tartamudo, así que tuvimos que salir de allí (llamábamos mucho la atención) y trazamos un itinerario de despiste que nos llevó por la antigua Judería, el Hospitalitalito de Antezana y la calle Mayor.

Creo que los japoneses lograron detener o entretener de algún modo al dueño del restaurante, porque ya no volvimos a verlo.

Recuperada la libertad de movimientos, nos metimos en una cafetería y pedimos la carta de cafés. Yo me pedí un café irlandés y McP un café dublinés. Adoptamos la pose de hombres de mundo que saben lo que quieren y, una vez lo obtienen, saben degustarlo con sereno desenfado e íntimo regocijo. Esto duró hasta que llegó la camarera.

¿Qué puedo decir de sus rubios cabellos que descendían indomables en espesos tirabuzones hasta sus hombros danzarines? ¿Cómo referirme a esos ojos azules y profundos como el mar? ¿Cuándo hallaré palabras que describan la suave sinuosidad de su esbelta silueta? ¿Cuántas serán precisas para hablar de sus labios hermosos, sus manos delicadas y su perfume arrebatador?

Estas preguntas jamás tendrán respuesta, ya que en ese momento el efecto combinado del soberano cocido y la trepidante huida provocó una pequeña fuga de gases altamente tóxicos y hubo que desalojar el local a toda prisa.

Nos vimos de nuevo en la puta calle.

Bueno, en realidad era la calle Mayor. Caminamos un breve trecho bajo los soportales, cruzamos la plaza de Cervantes hasta las ruinas de la antigua iglesia de Santa María "La Rica", nos escondimos en la Capilla del Oidor un rato y desde allí, bordeando sigilosamente la manzana, nos infiltramos en la antigua Universidad Cisneriana a través de la lonja (acogiéndonos así a Sagrado) y recorrimos sus tres patios. En uno de ellos tuve oportunidad de mostrar a McPlaci la Puerta de los Burros. El hecho de que esta puerta dejara de existir hace más de cien años es algo que nunca me ha importado un bledo. Yo se la enseño a todo el mundo de todas formas. La puerta.

Después de dejarnos caer por el Palacio de Laredo y la Catedral, descubrimos que teníamos una sed espantosa, solamente comparable a las ganas de mear.

Nos metimos en un bar y, casualidades de la vida, allí nos encontró mi contraria, justo en el momento en que brindábamos a la salud de todos los foreros menos uno. Se unió a nosotros, lo que consiguió por fin dotar a la reunión de un elemento de sensatez.

De modo que a partir de ese momento se acabó la visita turística y nos pusimos a beber cervezas apasionadamente, como si nuestras vidas dependieran de ello (cosa que a veces creo que es rigurosamente cierta). Las siguientes horas las dedicamos básicamente a hablar mal de la mayoría de vosotr@s, hacer una emotiva rememoración de diversos cantos regionales, enaltecer pública y efusivamente el valor de la amistad y conducir a McPlaci hasta el andén de la estación de Cercanías, evitando varias veces su caída a la vía y haciendo caso omiso de sus insistentes invitaciones para hacer un trenecito de hermandad con otros viajeros.
.........................................

Creo que he contado todo lo importante, McPlaci. Si echas algo en falta, añádelo tú.

Bueno, no sé si es buena idea.

Cuanto talento desaprovechado hay en este foro....

Leyendo la crónica de los "hechos", parecióme ver al mismísimo Larra resucitado y regresando para poner luz a nuestros caminos colmados de densas nieblas.

Fotos o no paso.

Visto lo visto (o mejor dicho, lo leído) podemos afirmar que el pobre Placis, además de no mojar (no consiguió ni siquiera rozarse con el marco de una puerta, el probe migué) fué llevado práctcamente a rastras por media ciudad, alcoholizado, vejado, y con un empacho de mil pares (Jose iba como si nada, eso es justo reconocerlo) haciendo el ridículo sin ser consciente de ello y lo que es peor: habiendo abonado todos los ágapes y los bebercios de manera que tenía lo justo para la vuelta y poco más (quiso comprar unos kleenex para limpiarse un restos de vómito (sin importancia) del pantalon y al final decidió camuflarlo con caspa.

De las cagarrinas mejor no hablamos.

Al menos se cambió el nick. Algo es algo.

DobleZero escribió:Fotos o no paso.

Pues estoy seguro de que nadie va a creerme, pero lo cierto es que los dos fuimos lo bastante imbéciles como para dejarnos olvidada las cámaras de fotos. Aunque no lo hemos hablado, sospecho que cada uno pensaba que el otro la llevaría