Transporte publico (como fuente de inspiracion y lugar de nacimiento de filias y fobias)

A mi me gusta el trasporte público. De hecho cuando no voy andando (con este frío sería un suicidio), cojo el autobús o el metro con frecuencia. No ha cambiado en absoluto mi uso del transporte público desde que tengo coche, ya que este último lo uso para salir de Valencia o para ir a ver a mis padres a la otra punta de la ciudad o para la mudanza últimamente. Pero vamos, que sigo utilizando los medios de siempre, mucho más económicos y ecológicos.

En las distancias largas siempre he utilizado el autobús más que el tren porque es más barato, pero reconozco que siento debilidad por el tren. Eso sí, me encanta viajar en coche, así que si es con compañía, poder ir cantando y charlando es mucho mejor para cualquier viaje.

Lo que llevo mal es que en verano me ponen el aire acondicionado altísimo y siempre paso frío y en invierno me asfixio con la calefacción tan alta. ¿La gente no entiende que hay término medio?

Que grande, Igor!

Más que viajar a mi siempre me ha llamado más la atención las estaciones en todos sus formatos, desde los apeaderos rurales hasta los aeropuertos. Pero siento predilección por las de bus y tren, en concreto por los bares o cafeterías de estación. En una ciudad pequeña o un pueblo majo a eso de las 7 o las 8 de la mañana, hay todo un mundillo de gente de paso, habituales cotidianos, camareros, currantes desayunando, los que quedan de la ñoche, yonkis, policías y demás fauna, que las hace lugares especiales, como una muestra comprimida de la sociedad, una cápsula. Solo cuando caes en la dinámica del automóvil te das cuenta de lo entrañable que era comerte un donuts con un buen café y su cigarro entre estos lugares, mientras miras a un ludópata sacar el especial entre el bullicio...